jueves, 8 de septiembre de 2011

UN RINCONCITO


Ando tras un rincón en el mundo, y no lo puedo encontrar.

No exijo que su tierra sea dócil, ni que los horizontes arranquen distancia a las distancias.

No pido que sean armoniosos sus vientos, ni que posean numerosos portillos abiertos para variar la perspectiva de los atardeceres.

No me importa que no tenga montañas, ni me importa que el mar este lejos.

No demando que resuma belleza, ni que sazone los días ni que seduzcan sus noches.


El rincón que busco es un rincón cualquiera con tal de que sea escenario de existencias con cordura.

Que vivan en él personas que no asesinen.

Que no mientan, engañen o burlen su propia fe.

Que no despedacen a mordiscos la esencia de su cultura.

Que quienes vivan en ese rincón, hablen con palabras densas,

Que piensen, duden, exijan, crean, luchen, amen, pero que lo hagan por si mismas, comprendiendo el alcance de cada determinación.

Que no acepten ni defiendan lo que no entienden.

Que no derrumben o destruyan lo que no comprenden, ni que discutan lo que no conocen.

Que vivan en ese lugar, personas que respeten su propia conciencia y su individualidad sin dedicarse solo a repetir lo que dicen los demás.

Que no llamen educación a la destrucción y a la vulgaridad.

Que califiquen de ignorante a quien así lo sea, en lugar de encomendarle la trascendental tarea de enseñar, de ser maestro.

Que no gasten sus esfuerzos en reinventar la rueda ni en redescubrir el fuego y que sepan que el hombre no debe nunca revolar.

Que en ese rincón que busco, no obedezcan quienes deben de mandar.

Que los que allí vivan, hagan de sus hijos hombres y no espectros, que la complicidad no es la característica definitoria de la paternidad.

Que esa tierra que busco, no sea un tubo de ensayo en donde se experimente con niños y que al final se encuentre solo un precipitado viscoso, corrosivo, anterior al primitivismo de las civilizaciones.

Que los adolescentes sean impetuosos pero no necios, fatuos o vanidosos, que sean recios, desgarbados y no se expresen con frases dulces y gestos caprichosos, que sigan el ritmo de una cadenciosa y frágil actitud para afrontar la vida.

Que los jóvenes incansablemente busquen la verdad pero que no intenten partir de una postura ignorante y torpe porque jamás la encontraran.

Que el acto del amor, que nos permite colindar con el infinito, no sea para ellos escaramuza de cobardes, que experimentan horror ante el imperativo de una entrega y desconocen los términos con que se sella un compromiso.

Que allí no se verifique ni a los niños, ni a los jóvenes. Que no se les transforme en amos crueles que piden como tributo que se arrastre toda dignidad.

Que las personas maduras, no crean que el camino para llegar a asimilarse sea regresivo, que no vivan irónicamente tratando de imitar estímulos y comportamientos que desde hace mucho tiempo debieron superar.

Que no renuncien a su grande obligación a cambio de una paralítica comodidad, que en vez de deambular proyectando lastimosamente su incipiente existencia, recuperen el lugar que perdieron cuando se les extravió el criterio entre el hacinamiento de mediocridades del que ahora temen apartarse por miedo a ser distintos.

Que los ancianos no den por terminada su misión antes de tiempo. Que participen. Que se les respete, pero para que se hagan dignos de esa consideración, que no jueguen al niño, ni al sacrificado, ni al irresponsable, que no recurran al chantaje.

Que no se compadezcan como estorbos ni hagan imposiciones infantiles.

Que dignifiquen su vejez aportando su análisis, su pensamiento, su cauta interpretación, aportando su visión profética, que es don que solo emerge del acrisolamiento de años.

Que no agoten su fidelidad en necias exigencias, que regalen a todos los suyos esa inmensa serenidad de cariño.

Que los ancianos no hagan de su vejez un escondrijo de nostalgia en donde se alimenten de melancolía mientras contemplan egoístamente como el mundo fatalmente se va resquebrajando.

Que las manifestaciones artísticas en ese lugar que busco, no sean escombros de preceptos liquidados, que no pretendan sorprender con la vulgaridad.

Que no llamen libre expresión a la incapacidad.

Que apunten certeramente a la belleza en lugar de hacer comparsa la ridiculez.

Que allí no se llame sabios a los torpes, que no se prestigie al absurdo.

Que la autoridad no sea ficticia ni se nutra de vacilaciones.

Que no se otorgue el mando a quienes tienen sed de poder.

Que no se conceda el poder a quienes tenebrosamente se dedican a fraguar traiciones.

Que quienes ejerzan un ministerio divino, no exhiban entre los dientes los miserables desgarrones de una sublime vocación que destajaron a su propia conveniencia.

Que el hombre que se dice creyente, no adore a Dios con una religiosidad de pantomima armada bajo la pobre justificación de una visión nueva.

Busco un escenario así y no lo he podido encontrar.

Lo cambio por cualquier cosa, lo ofrezco todo.

Lo cambio por paisajes, por ciudades gigantescas o pequeñas, por paisajes abiertos o amurallados, lo cambio por estrellas, lo cambio por la Luna, lo cambio por serenos lagos, por el mar entero o por la infinita posibilidad de transitar por el espacio.

Ando tras un rincón en el mundo y no lo he podido encontrar...



Empieza por hacer lo necesario, luego sigue con lo que es posible, y de pronto, sin darte cuenta te encontrarás haciendo lo imposible...


.

4 comentarios:

  1. Supongo que hay que empezar por nuestra casa.
    Excelente post para reflexionar, saludos ¡

    ResponderBorrar
  2. Ese rincón tan escondido que esta la mayoría de las
    Veces, pero cuando lo llegues a encontrar te sentirás pleno y sabrás que es el correcto :) buen post


    Saludos y gracias por tus recomendaciones las tomare en cuenta jejejeje

    Su.

    ResponderBorrar
  3. Ese rinconcito lo tenemos todos dentro de nosotros, y no nos damos cuenta.

    ResponderBorrar