lunes, 28 de noviembre de 2011

¿Que es el wapani?

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Hola amigos, yo sé que me he ausentado ya bastante de este lugar, y no mandé e-mails que dije que iba a mandar y nunca lo hice, la verdad no podía tratar de ayudar a alguien estando yo en un pozo tan hondo, no tenia la mente clara para escribir algo que fuese de ayuda para otro ser humano (discúlpeme mi Doñita Patis), la verdad no me gusta escribir cosas que impliquen negativismo y problemas, trato de dejar las penas para mi mismo, de no compartirlas; aparte de Dios, no cuento con alguien mas al cual le pueda platicar las penas que me agobian pero no los voy a agobiar a ustedes con ellas, debo confesar que desde mi penúltimo post en Octubre 6, el de “Roger that” mi vida se convirtió en una perdida constante, me siento como que salgo de un pozo para entrar a otro, como dando saltos, cada vez que doy uno es para salir de un agujero para caer a otro, y lo mas difícil es que son mas que todo, pozos emocionales, y me afectan emocionalmente porque mas que todo son otras personas las que han salido afectadas por alguna decisión u orden que yo he dado para que se efectúe alguna “operación” por así llamarle, todo comenzó con el ultimo chequeo que me efectuaron en el hospital, al día siguiente estaba sufriendo de una infección muy fuerte de una bacteria en los riñones y tracto urinario que me contagiaron en el mismo hospital, el siguiente día, que era un día antes de mi cumpleaños (Oct 9) me dan la penosa noticia (vaya regalo de cumpleaños) que una de mis “asistentes” a la cual la había yo mandado (por telefono) de manera “forzosa” a que tomara un mes de descanso para que fuera a visitar a su familia, hijos, etc. pues resulta que esta muchacha tenia problemas familiares y en su viaje la asesinó el esposo y el se suicido... no saben el pinche gran pesar que me dio enterarme de lo que había pasado y que ella no quería ir y yo la forcé a ir a “descansar”... bueno ya contaré mas de esto en otro post, ahora acá donde ando (ya estoy de regreso) ocurrió otra desgracia, por error atacamos fuerzas amigas pakistaníes y hubo bastantes bajas y el problema se convirtió en una broncota internacional que la verdad no sé ni como va a terminar, primero los "invadimos" para eliminar a Bin Laden y apenas se estaban regularizando las cosas y ahora por error les matamos a 24 de los suyos que andaban junto con nosotros... todavía no sabemos a ciencia cierta como pudo haber pasado ¿como? ¡No me lo explico!... ya mejor le paro a esto triste, platiquemos de otras cosas. Todas estas perdidas constantes me trajeron a la mente el “wapani”

¿Que es el wapani? Los indios nativos de Norteamérica (los Cherokee en particular) tienen una muy interesante historia para explicar el wapani y es una costumbre tradicional de ellos.

El wapani es un acto de generosidad que implica la entrega de algo a otra persona, pero no algo que te sobre o hayas adquirido para esa persona, sino que es la entrega de algo muy personal tuyo, algo sumamente valioso para ti, algo extremadamente cercano a tu corazón y que no puede ser remplazado simplemente por el valor que representa para ti, algo que implica un real desprendimiento para contigo.

Hacer wapani es un gesto de amistad que produce en el que entrega una transformación superior.

He aquí la historia que explica su origen:


HISTORIA DE RATÓN SALTARÍN (versión corta)

Había una vez un pequeño ratón. Le gustaba contar viejas historias. La que mas le gustaba era la de “Las tierras mas lejanas”. Un día se dijo: “!Debo ir a esas tierras y verlas por mi mismo!” Así que comenzó su viaje esa misma mañana.

Por la tarde llegó a un río y esto lo llenó de preocupación. “¿Como haré para cruzar?” se dijo. En eso escuchó una voz que le decía “¿No sabes nadar?”, era una rana. “No, no se.” Le contestó el ratón, y agregó “Y eso es muy triste porque debo llegar a las tierras mas lejanas”. La rana le dijo, entonces “No te preocupes. Soy Rana Mágica y te voy a ayudar. Prueba saltar”. El ratón saltó y sintió sus piernas muy extrañas, podía dar saltos mucho más largos y altos que antes. “!Gracias, Rana Mágica!” “De nada” contestó Rana Mágica “Y recuerda: pasarás muchos problemas en tu viaje, pero mientras mantengas la esperanza en tu corazón llegarás a las tierras mas lejanas. Te daré un nuevo nombre. A partir de ahora eres Ratón Saltarín.”

Ratón Saltarín siguió avanzando en su camino hasta la noche, cuando cavó un hoyo y se echó a dormir. Al día siguiente llegó a la pradera. De pronto, vio a un búfalo acostado en el suelo. “Estoy muriendo” le dijo el búfalo, “he bebido agua envenenada y he perdido mi vista. Ahora ya no podré encontrar el camino hacia el agua fresca, así que me acosté aquí a esperar el fin”. Ratón Saltarín le respondió “Soy Ratón Saltarín. Rana Mágica me dio poderes medicinales. No soy tan fuerte como ella pero pienso que puedo ayudarte. Te daré un nuevo nombre, a partir de ahora te llamarás Ojos de Ratón”. Ni bien dijo esto, el búfalo parpadeó asombrado. Había recuperado la vista, así que se puso de pie muy contento.

“!Puedo ver, puedo ver!” decía. Ratón Saltarín lo escuchó, pero no pudo verlo, porque le había regalado su vista. “Gracias, amigo” le dijo Ojos de Ratón, “Es un maravilloso regalo. Sube a mi lomo, te llevaré hasta el borde de la pradera”. Una vez allí Ojos de Ratón dijo “Soy un animal de pradera, debo detenerme aquí. ¿Pero como podrás subir a las montañas si no puedes ver?”. “Habrá una manera” dijo Ratón Saltarín “Rana Mágica me dijo que debo mantener la esperanza a toda costa” Y diciendo esto, partió. Ratón saltarín caminó un poco y se echó a dormir.

A la mañana, apenas se levantó sintió que se tropezaba con algo, olfateó y por el olor descubrió que se había topado con un zorro. “H-o-l-a...” le dijo al zorro “¿Que haces sentado aquí?”. El zorro suspiró “He sido un orgulloso animal, pero he perdido mi sentido del olfato, y así no puedo encontrar comida. Moriré pronto.” Ratón Saltarín lo pensó un rato y le dijo “Déjame ayudarte. Tengo algo para ti. Te llamaré Nariz de Ratón.” El zorro respiró y se dio cuenta de que había recuperado el sentido del olfato “Puedo oler, puedo oler de nuevo. ¡Las flores y los árboles!”

Ratón Saltarín lo escuchó, pero no pudo oler. Le había regalado su olfato. “Es un maravilloso regalo, te lo compensaré llevándote sobre mi lomo sobre las montañas” Al llegar al límite de las montañas Nariz de Ratón le dijo a Ratón Saltarín “Soy una criatura de las montañas, no puedo ir mas allá. ¿Pero como harás tu para llegar a las tierras mas lejanas si no tienes ni vista ni olfato?” Ratón Saltarín contestó “Habrá una manera. La esperanza sigue viva en mi.”

Caminando y tropezando, finalmente llegó a las tierras más lejanas. Podía oír el viento, sentir el sol en la piel, pero él ya nunca sería el mismo. Así que se sentó y se puso a llorar.

“Ratón Saltarín...” escuchó que lo llamaban.
“¿Eres tu Rana Mágica?”.
“Si, soy yo. Has sufrido mucho en tu viaje y experimentado las más duras pruebas. Pero fue tu corazón desinteresado y tu generosidad los que te trajeron aquí. No tienes nada que temer, amigo.”
Y a continuación Rana Mágica dijo con voz potente: “!Salta alto, Ratón Saltarín, bien alto!”

Ratón Saltarín saltó, y sintió que estaba cambiando otra vez. Sus patas delanteras se alargaron y se hicieron poderosas. Las movió, arriba-abajo, y pronto sintió el viento por encima y por debajo de él. Miró hacia abajo y vio las montañas, muy lejos. Inspiró, y pudo sentir la fragancia de los pinos y la tierra. Desde muy lejos, le llegó la voz de Rana Mágica diciendo:

“Ratón Saltarín, te doy un nuevo nombre. ¡Te llamaré Águila... y podrás vivir en las tierras lejanas para siempre!”


Historia de Ratón Saltarín (versión larga)

Érase una vez un ratón que vivía con su comunidad en el campo. Un día, el ratón escuchó un sonido y fue hasta el borde mismo del campo de ratones, ya cerca del bosque. Se levantó sobre las patas traseras y escuchó el sonido de nuevo. Mientras escuchaba, un mapache se acercó y le tocó en el hombro. Le dijo, oye, ratón, ¿qué haces aquí, fuera de tu campo? El ratón le contestó: estoy escuchando un sonido extraño. El mapache le dijo: yo te puedo decir lo que es eso. Lo que oyes es el gran río. Escucha... el río.

Ah, ¡este sonido es el gran río! Y el mapache dijo: sí, y yo puedo llevarte hasta allí, sólo tienes que seguirme.

Entonces el ratón marchó con el mapache a través del bosque y se fueron acercando cada vez más al gran río. Y cuando se acercaron tanto que ya podían ver el río, vieron pasar flotando pedazos del mundo grandes y pequeños. Y el río era tan grande que alcanzaba a ver la otra orilla. ¡Qué medicina tan maravillosa!

El mapache dijo, debo dejarte aquí, tengo que buscar comida para mis crías. Pero mira, ahí está la rana en el río. Ella cuidará de ti. Y era verdad, sobre una hoja de nenúfar del río se encontraba la rana. El ratón se acercó a la orilla y le gritó a la rana: ¿no tienes miedo, ahí en el medio del gran río?

No, dijo la rana, no tengo miedo porque soy la guardiana del agua. Y cuando la medicina del invierno llega a helar las aguas del río, puedo vivir debajo del hielo. Porque yo conozco tanto lo de encima como lo de debajo del agua.

¡Qué criatura más maravillosa es esta rana!, pensó el ratón.

Dime, dijo la rana. ¿Quieres tener poder de medicina? Para ello sólo has de agacharte ahí donde estás y saltar lo más alto que puedas.

Entonces el ratón se agachó al lado del río y saltó bien alto, y cuando estaba arriba del todo tuvo una visión increíble. Entonces cayó al agua, pero como no sabía nadar tenía miedo. Casi en la orilla, le gritó a la rana: ¡me has engañado!
Pero la rana le contestó, no, ratón, no estás herido. Dime, ¿qué has visto? Y el ratón contestó: ví la montaña sagrada.

Es cierto, y ahora tienes un nuevo nombre. Ahora eres el ratón saltarín. Gracias, dijo el ratón. Ahora debo volver a mi campo de ratones y decirle a todo el mundo, a todo el círculo, lo que he visto. Y corrió hasta el campo de ratones. Pero cada vez que intentaba contarle a los otros ratones su visión sobre el gran río o sobre la montaña sagrada, los ratones le decían: olvídate de eso. Deberías ocuparte de los asuntos de ratones, recogiendo semillas y nueces. Quítate esas cosas de la cabeza. Y vieron que estaba mojado y pensaron que estaba envenenado. Creían que un animal venenoso había intentado comerlo y luego lo había escupido.

Entonces el ratón se fue hasta el mismo límite de la pradera, en dirección a la montaña sagrada, tomó un par de profundas respiraciones para reunir gran coraje, y empezó a correr a través de la pradera hacia la visión de la montaña.

Y corrió hacia el oeste, hacia la montaña. Y todo el tiempo tenía miedo porque había águilas sobrevolando y no había hierba alta donde esconderse, no había ningún escondrijo. Tenía miedo de que un águila bajara y se lo comiese. Al final encontró un lugar para esconderse, bajo un arbusto de cereza silvestre negra. Y allí descansó y comió algunas semillas. De repente se encontró una ratona de la pradera abuela enorme. Y ella le dijo: ratoncito, quédate conmigo, este es un sitio maravilloso para vivir.

El ratón le preguntó a la gran abuela ratona: ¿conoces el gran río y la montaña sagrada? Ella le contestó: sí, y no. Hay un gran río, pero no existe ninguna montaña sagrada. Debes olvidarte de eso ahora. Este es un buen lugar para quedarse, a salvo de las águilas. Desde aquí podrás ver a todas las criaturas de la pradera, pero las águilas no te verán. Quédate.

El pequeño ratón saltarín dijo. ¿Cómo puede decirme esto? ¡Debo continuar mi búsqueda! Así que, después de descansar un poco, el ratón empezó a correr de nuevo. Se fue corriendo hacia el oeste.

Entonces llegó a unas grandes rocas detrás de las cuales podía esconderse de las águilas. Pero una de las grandes rocas no era una roca, respiraba con un sonido muy pesado. El ratón se giró y vio que tenía una cara enorme, era un búfalo. Pero el búfalo estaba enfermo, se estaba muriendo. El pequeño ratón saltarín dijo, gran hermano búfalo, ¿hay algo que pueda hacer para ayudarte? Sólo soy un pequeño ratón pero quizás pueda ayudarte.

Y el búfalo le contestó: la única medicina que me puede sanar es el ojo de un ratón. El pequeño ratón se quedó petrificado, pero dijo, si mi ojo puede curarte, te daré mi ojo. En ese momento el ojo salió de su cabeza, dejándole sólo con un ojo para ver. Y el búfalo se levantó fuerte y sano.

El búfalo dijo: hermano ratón, sé de tu viaje a la montaña sagrada porque soy tu guía. Métete bajo mi vientre y yo te llevaré allí, a salvo de las águilas. Así que ahora el ratón, bajo el vientre del búfalo, empezó a correr hacia la montaña sagrada...

Y corrieron y corrieron hasta la ladera de la montaña. El búfalo dijo: tengo que volver, hay otros a los que debo guiar.

El ratón comenzó a subir por las tierras bajas hacia la montaña sagrada. Después de un tiempo, llegó hasta un saliente muy alto desde el que había una gran vista. Y allí estaba, sentada, una loba. Pero la loba miraba fijamente sin ninguna expresión en su mirada y el ratón la miró a los ojos y le dijo: hermana loba, hermana loba.

La loba en ese momento recordó, y dijo sí, soy loba, soy loba. Y de nuevo se perdió en ella misma. ¡Tiene una enfermedad en su mente! El ratón dijo, ¿hay algo que pueda hacer para ayudarte? Sólo soy un pequeño ratón, pero si puedo darte mi ojo para sanarte, te lo daré, aunque ya sólo me quede un ojo.

En ese momento el único ojo del ratón salió de su cara y la loba se puso fuerte y sana. El ratón no pudo ver las lágrimas que corrían por las mejillas de la loba cuando dijo: hermano ratón saltarín, eres un gran hermano para mí. Sé de tu búsqueda de la montaña sagrada. Yo soy tu guía para llevarte al lago del espejo que está en el medio de la misma cima de la montaña. Y en este lago se refleja todo, el pasado, el presente y el futuro. Así que sígueme, agárrate a mi cola y, como no puedes ver, según viajamos te iré diciendo las visiones que haya durante el viaje.

Y así, juntos, el ratón y la loba subieron por la montaña hasta que llegaron al lago del espejo. Allí el ratón saltarín supo que la loba debía volver para ayudar a otros a llegar hasta allí. La loba dijo: me quedaré tanto tiempo como quieras. Pero el ratón dijo: yo ya he llegado a mi destino. Debes irte ahora. Ha llegado mi momento para estar solo.

El ratón saltarín se sentó a la orilla del lago del espejo, en la misma cima de la montaña sagrada, y sabía que ahora no tenía protección alguna contra el águila. Y esperó. Oyó el grito de un águila por encima. Hacía círculos y más círculos sobre él, y se fue acercando al ratón. Conforme se acercaba, el ratón saltarín sintió cómo se le erizaban los pelos de la espalda, a la espera de que las garras del águila le golpearan.

Entonces oyó una voz. La voz dijo: ratón saltarín, ¿quieres tener poder de medicina? Era el sonido de la voz de la rana. El ratón saltarín dijo: sí, quiero poder de medicina ahora. La rana le dijo: agáchate lo más que puedas y salta lo más alto posible. El ratón se agachó y sintió cómo el águila lo cogía y lo elevaba hacia el cielo. Y mientras subía sintió una visión en sus ojos, primero borrosa, pero luego cada vez más clara. Allí abajo, en el lago, estaba la rana.

Y la rana estaba diciendo: no tengas miedo, ratón saltarín, sólo tienes que cogerte al viento, agárrate al viento. Ahora tienes un nuevo nombre, ahora eres águila. Hicieron círculos y más círculos y vieron la pradera y el campo de ratones del que procedía.

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domingo, 13 de noviembre de 2011

SIMPLE

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Creo en ti, alma mía,

el otro que soy, mi cuerpo,

no debe humillarse ante ti,

ni tu debes ser humillada ante el.


Me vienes a la mente tú,

ven, acércate, retoza conmigo

sobre la húmeda hierba,

quita el freno de tu garganta,

no quiero palabras, ni excusas,

ni música, ni cantos,

ni rimas, no quiero costumbres,

ni discursos, ni aun los mejores,

solo quiero la calma,

y el arrullo de tu dulce y velada voz.


Recuerdo como yacimos juntos

cierta diáfana mañana de verano,

como apoyaste tu cabeza en mi regazo

y suavemente de volteaste hacia mi,

abriste la camisa de mi pecho,

hundiste tu lengua hasta mi desnudo corazón,

te extendiste para tocar desde mi barba,

hasta abrazar mis pies.


Prontamente crecieron y me rodearon

la paz y el saber que rebasan

todas las disputas de la Tierra,

y sé que la mano de Dios es mi prometida,

sé también que el espíritu de Dios

es mi propio hermano,

así mismo sé que todos los hombres

que alguna vez vivieron

son también mis hermanos,

y las mujeres mis hermanas,

algunas, muy pocas, al igual que tu,

mis amantes fueron,

sé que el amor es la medula de la creación,

y que son incontables las hojas rígidas

o marchitas en los campos,

así como lo son las hormigas coloradas en los surcos,

las cortezas de musgo en el cerco sinuoso,

las piedras apiladas en las montañas y los cerros,

los saúcos, la hierba carmín y la candelaria.


Mencioné que el alma no es superior al cuerpo,

y dije que el cuerpo no es superior al alma,

y nada, ni Dios siquiera,

es más grande que el uno ni que el otro,

ya que el uno o el otro lo mismo son,

y a Él le pertenecen, ya que es Él su creador.


Quien logre dar un solo paso sin amor por esta vida,

avanzará mil pasos amortajado hacia su propio funeral,

y tú o yo podemos comprar la crema y nata de la Tierra

sin un solo centavo en el bolsillo,

o mirar con un solo ojo un simple grano aun en su vaina,

y tales cosas desconcertarían las enseñanzas mundanas

de todos los tiempos,

no hay oficio ni empleo en el que un joven cualquiera

no pueda convertirse en héroe,

y el objeto más endeble puede servirle de eje al universo,

digo a cualquier hombre o mujer;

que tu alma se alce tranquila y serena

ante un millón de universos.


Estos son en verdad los pensamientos

de todos los hombres en todas las épocas y naciones,

no son originales míos,

son tan tuyos como son míos,

pero ellos nada o casi nada son,

si no son el enigma y la solución del enigma,

nada son.


Estos pensamientos son como la hierba

que crece dondequiera que haya tierra, aire

y agua común que bañe la tierra.